¿Por qué el 9 de mayo paramos?
No queremos ser todos/as precarizados, bajo el régimen monotributista.
Creemos firmemente en que los derechos laborales son conquistas propias, no regalos, y son fundamentales para garantizar un nivel mínimo de dignidad en nuestras relaciones laborales diarias.
Rechazamos que las jubilaciones sean utilizadas como variable de ajuste, condenando a los trabajadores/as a la pobreza sistemática.
Insistimos en que el salario no debe ser considerado como ganancia.
Nos oponemos rotundamente a la injusticia tributaria, donde se beneficia a grandes empresas con exenciones mientras se castiga a trabajadores/as activos y pasivos.
Rechazamos la entrega de nuestros recursos naturales y empresas estratégicas en nombre de futuras inversiones, ya que esta política nos ha llevado a situaciones desfavorables en el pasado.
No estamos dispuestos a que se descuide el suministro energético a nuestro pueblo en favor de exportaciones que benefician a unos pocos.
Creemos que cambiar el país no implica entregar el poder a grandes empresas que amenazan nuestra soberanía y la búsqueda de justicia social.
Somos conscientes de que los verdaderos generadores de riqueza somos nosotros, los trabajadores, y rechazamos la perpetuación de niveles de pobreza bajo la excusa de que el mercado regulará las desigualdades.
Sabemos que la alta inflación y los ajustes salvajes a los más débiles son caminos oscuros que no queremos recorrer.
No aceptamos ser engañados por discursos vacíos que nos impongan una realidad amarga.
La indignación, la confusión y la frustración nos han llevado hasta aquí.
Es hora de reconstruir nuestra autoestima colectiva y reafirmar un proyecto nacional claro y sin ambigüedades.
Los trabajadores tenemos un papel fundamental en este proceso.
Pero antes que nada, debemos detenernos.
Para evitar más pérdidas de derechos, oportunidades y esperanzas.
No es un acto de desesperación, sino una muestra de coherencia. No nos rendimos. No nos entregamos.
EL 9 DE MAYO, DETENGAMOS EL PAÍS PARA QUE SEA DE TODOS.